
Junio de 1992
"Pídeme lo que quieras, lo que te haga falta" me ofreció una amiga, cuando recién llegue a los Estados Unidos, y mi respuesta fue "conseguime un mapa de la ciudad y un manual con las reglas de inmigración", se me quedo viendo como si yo estuviera loca, y me dijo que mejor pensara en una licuadora, sabanas o talvez un radio, le pedí que escogiera ella, no me dió nada; sin embargo eso me empujó a perderle el temor a la calle y salí a comprar un mapa, el cual, por supuesto, memoricé, y aunque me pareciera que yo no era mas que un corpúsculo ínfimo en la vastedad de Los Angeles, ya tenía una idea clara de donde me encontraba en relación a los zonas importantes de le ciudad, valga la aclaración, importantes en aquel entonces eran el centro de Los Angeles, Hollywood (el hogar de las estrellas) y las casas de mi suegra, mi prima y mis cuñadas.
Todo era tan interesante, La Lavandería (nunca había usado lavadoras y secadoras automáticas), Los Autobuses, me parecían hasta bellos (aquellos RTD's amarillos de finales de los 70's), los gabinetes de cocinas y baños, impensable en mi tierra que te renten el apartamento con estufa y refrigerador, la limpieza de los jardines, las cantidades de ancianitos con artritis, los números de niños acompañando a sus padres a todas partes (allá se quedan con la abuelita, aquí hay que pagarle a la babysitter), la abundancia de productos en los mercados, las comidas extrañas: Persimons, Bok Choy, Buttermilk, e imitación de crema agria; pero sobre todo los freeways, increíbles supercarreteras construidas con precisión matemática que te pueden llevar a los 4 rincones de los Estados Unidos con solo entender las reglas básicas (las interestatales que terminan en cinco viajan de norte a sur y las que terminan en cero viajan de este a oeste).
Es fascinante ser nuevo aquí y dejarse fascinar, cada día se puede descubrir y apreciar algo nuevo, diferente y después de cuatro mil quinientos cuarenta y ocho días, sigo sin tomar por descontado la nueva tierra, pues jamás olvido quien soy, mis raíces, de donde vengo, quienes son mi pasado, mi herencia, mi cultura, mis tradiciones, jamás olvido la importancia de pasar a mis hijas los valores arriba mencionados, para que nunca se les olvide quienes son ellas, y ademas cuando voy de visita a San Salvador, no me ocupo en comparar lo allá con lo de aquí porque allá es allá y aquí es aquí y ¡Que a gusto me siento en cualquier parte!
PS. 4548 días son como 12 años y medio.
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